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jueves, 12 de diciembre de 2013

Aplican el TAC al estudio arqueológico de cerámicas


La Tomografía Axial Computarizada (TAC) es una técnica de imagen que se emplea habitualmente para realizar diagnósticos médicos. Sin embargo, el Laboratorio de Evolución Humana (LEH) de la Universidad de Burgos cuenta con un TAC para investigación científica, el primero no hospitalario que existió en España. Los investigadores lo emplean habitualmente para analizar los fósiles de Atapuerca, pero ahora han iniciado una nueva línea de investigación arqueológica para el estudio de cerámicas. Este trabajo se ha presentado hoy en las ‘III Jornadas de Jóvenes Investigadores del Valle del Duero: Del Paleolítico a la Antigüedad Tardía’, que se celebran en la Facultad de Geografía e Historia de la Universidad de Salamanca.

Marta Francés Negro, investigadora del LEH, ha explicado que el TAC de su laboratorio se está utilizando principalmente en el campo de la antropología para el estudio de los fósiles de la Sima de los Huesos, uno de los yacimientos más importantes de Atapuerca, pero en su caso “es un estudio arqueológico que nos permite estudiar las piezas sin destruirlas ni modificarlas”.

Las pastas cerámicas que estudian desde hace sólo tres meses proceden de otro yacimiento de la Sierra de Atapuerca, el Portalón de Cueva Mayor, donde hay restos de asentamientos humanos de la Prehistoria reciente, como la Edad del Bronce y el Calcolítico, épocas a las que pertenecen los materiales analizados en este estudio.


Ventajas tecnológicas
Generalmente, en el estudio de las cerámicas sin intervenir “sólo puedes llegar a conocer la tipología”. Si se realizan cortes en forma de láminas delgadas para su análisis en el laboratorio, se corre el riesgo de que el corte seleccionado no sea representativo. Por el contrario, el TAC permite estudiar piezas completas, “la totalidad del interior”, llegando a las “zonas que no ves y que tendrías que destruir para analizar”. Esto hace posible conocer los componentes de las cerámicas e inferir cuáles eran las características de todo el conjunto.

La técnica también permite analizar inclusiones que no dejan restos, por ejemplo, vegetales que en muchos casos se queman durante la cocción de la propia cerámica. “Pensamos que en el futuro, dependiendo del tamaño y de la forma, podemos deducir el tipo de material de una inclusión y saber si se trata, por ejemplo, de una semilla”, indica Marta Francés, una información muy valiosa para los arqueólogos.

El TAC también se ha empezado a emplear en geología, para estudiar estalactitas y estalagmitas. Al igual que en el caso de la arqueología, un programa informático permite después darle sentido a las imágenes y reconstruir virtualmente las piezas. “Esperamos poder avanzar en este estudio lo suficiente para investigar materiales de cierta importancia que no pueden ser alterados”, apunta Marta Francés.

Fuente: DYCIT

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