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jueves, 14 de abril de 2011

Contraste entre la preocupación por las radiaciones de FUKUSHIMA y la multiplicación de pruebas diagnósticas radiológicas

Algunos expertos siguen alertando del daño biológico que puede llegar a causar la actividad radiológica y el exceso de pruebas diagnósticas ionizantes, una circunstancia que todavía pasa bastante desapercibida para médicos y pacientes y que contrasta con la excesiva alarma causada por la mínima presencia de partículas radiactivas procedentes de la central nuclear de Fukushima.

Los avances en el diagnóstico por imagen han tenido un impacto considerable en la práctica médica durante las últimas décadas pero, por otro lado, estos mismos avances han generado una sobreexposición innecesaria de la población a pruebas como la Tomografía Axial Computarizada (TAC), la radiografía o la colonoscopia "virtual", que pueden resultar lesivas. Así lo expusieron recientemente varios expertos, liderados por el doctor Mark J. Eisenberg, en la publicación 'Canadian Medical Association Journal'.

Según estos autores, la mayoría de los médicos subestiman la magnitud de las dosis de radiación y sus efectos asociados y, por lo tanto, el riesgo que supone para los pacientes sometidos a estas pruebas. Según indican, esto puede deberse a la falta de datos epidemiológicos sobre los efectos de esta exposición radiológica, pues muchos de los casos de cáncer pueden ser estocásticos (sin relación con la dosis recibida). En segundo lugar, la aparición o el diagnóstico de la radiación en los cánceres inducidos puede llegar muchos años después de esta exposición, por lo que es difícil atribuírselos. Por todo ello, los científicos llaman a extrapolar a un lineal sin umbral la epidemiología de los datos de "altas dosis" registrados en grandes estudios observacionales sobre los trabajadores de la industria nuclear e Hiroshima.

La ignorancia no excluye a la responsabilidad

También en España empiezan a alzarse las voces sobre los efectos que la falta de autocrítica y una tendencia excesiva a la prevención y la tecnificación pueden tener sobre los ciudadanos en varios apartados de la Medicina, como es el caso del diagnóstico radiológico. Dos de estos médicos, Juan Gérvas y Manuel Vázquez Caruncho, abogaron en 'Acta Sanitaria' por disminuir las exploraciones innecesarias y la implantación de cribados poblacionales como el de cáncer de colon y cardiopatía isquémica, los chequeos de salud y las exploraciones "por si acaso" o porque "así nos quedamos más tranquilos".

Juan Gérvas, médico general, coordinador del Equipo CESCA y Profesor Honorario del Departamento de Salud Pública de la Universidad Autónoma de Madrid, defendió que la ignorancia no excluye la responsabilidad del médico. Coincide con esta opinión el artículo de los médicos canadienses, quienes subrayan que, al igual que con todos los aspectos de la atención médica, los profesionales deben sopesar los beneficios y los daños potenciales al recomendar este tipo de pruebas. Según añaden, para minimizar esta exposición, los médicos deben determinar la necesidad de radiar al paciente o si, por el contrario, se puede recurrir a una prueba alternativa menos dañina.

Efecto acumulativo durante la vida

Según un estudio observacional liderado por Eisenberg, en el que se analizó aproximadamente a un millón de adultos sometidos a múltiples procedimientos durante un corto periodo de tiempo, a pesar de que la exposición a las radiaciones ionizantes de una prueba de imagen sola no representa un riesgo considerable para los pacientes, los procedimientos múltiples en un individuo pueden dar lugar a una exposición acumulativa que se acerca o supera el nivel en el cual existe evidencia epidemiológica de un mayor riesgo de cáncer (>50 mSv para estos investigadores). En este sentido, Juan Gérvas recordó que en la Unión Europea la máxima dosis de irradiación admitida en la población es de un milisievert (mSv) por año. Para una población global el riesgo de cáncer se incrementa en un 10% cuando se recibe una dosis única de 1 Sv (1000 mSv). Si se limita al adulto de edad media, el riesgo llega al 1%, mientras que, al contrario, cuando se acota a edades inferiores, a los 10 años asciende al 15%.

Según este médico, 10 mSv en dosis única en una población conllevan el riesgo atribuible a lo largo de la vida de un cáncer por mil habitantes. En una típica TAC abdominal se reciben de 10 a 20 mSv, y en una TAC helicoidal pulmonar la irradiación del tejido glandular de la mama es de 20 mSv. Los pacientes con litiasis renal pueden llegar a los 150 mSv a lo largo de su enfermedad. Por último, cinco TAC de 64 cortes, de los que ahora se emplean para las colonoscopias y coronariografías "virtuales", conllevan la misma irradiación que dejó la bomba atómica en Hiroshima entre los supervivientes. Para Gérvas, las expectativas sobre las posibilidades de la prevención son excesivas pues, en muchos casos, no se cumple el dicho de "más vale prevenir que curar". En su opinión, la prevención sin límites se ha convertido en un peligro para la salud pública, por lo que "ante la prevención conviene la precaución".

Estrategia contra la radiación acumulativa

Manuel Vázquez Caruncho, del Servicio de Radiología del Hospital Lucus Augusti (Lugo), explicó que, a pesar de que la mayor parte de las exploraciones radiológicas están por debajo de los 100 mSv, hay que tener en cuenta la repetición de los estudios. Por ejemplo, una TAC abdomino-pelviana emite una dosis de 20 mSv, en una fase, pero un estudio en dos fases asciende a 40 mSv, y en tres a 60 mSv. Se estima que un 30% de los pacientes sometidos a TAC tendrán una media de tres exploraciones por su proceso morboso, lo que supondría 60-180 mSv, una dosis que estaría por encima del dintel de los 100 mSv. Además, si se trata de un niño, hay que tener en cuenta que, aparte la radiación ambiental, será expuesto con probabilidad a más exploraciones radiográficas, con el consiguiente efecto acumulativo.

Tal y como defiende los autores del estudio de Eisenberg, la mayoría de los ciudadanos han de someterse a varias pruebas a lo largo de sus vidas y, por ello, apuestan por la creación de un mecanismo que controle las dosis acumulativas de radiación a través de la implementación de una estrategia con la que se realice un seguimiento a los usuarios. Esta iniciativa, sumada a una mayor coordinación entre los profesionales para evitar duplicidades de pruebas o chequeos innecesarios, podría ayudar a los médicos y los pacientes a ser conscientes de la exposición acumulada.

fuente: Acta Sanitaria.
Autor: Arantxa Mirón Millán

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